Sin embargo, estas leyes fueron soslayadas empleando telas y colores restringidos en la ropa interior y en los forros de la ropa, lo que propició una particular estética de la indumentaria japonesa. Los hombres llevaban una braga con un cinturón y una túnica (poncho) de tela rectangular con aberturas para la cabeza y los brazos; como calzado, unas sandalias de piel con cordones de lana y, ocasionalmente, bandas bajo las rodillas.