La tragedia supuso la expulsión de los clubes ingleses de las competiciones europeas durante cinco años, como medida para frenar la violencia de sus seguidores más radicales, los hooligans, una tendencia que comenzaba a extenderse en el fútbol. Debido a ello, fue frenada la supremacía inglesa en las competiciones europeas, además de marcar el inicio de la época del fair play por parte de la FIFA como medida a mejorar la seguridad e imagen del fútbol.